Día Mundial contra la Desertificación 2025: cómo restaurar la tierra puede impulsar la economía
¿Cómo serán las tierras que dejaremos a las futuras generaciones? El Día Mundial contra la Desertificación nos invita a reflexionar sobre la restauración del suelo y su impacto social y ambiental.
En una de las regiones más secas del sur de Europa, una finca agrícola ha conseguido lo que parecía imposible: devolver la vida a un paisaje degradado. Gracias a prácticas como la agricultura regenerativa, la gestión eficiente del agua y el compostaje natural, se ha logrado recuperar la fertilidad del suelo, atraer biodiversidad y abrir nuevas oportunidades económicas y educativas para la comunidad local. Este ejemplo nos recuerda que regenerar la tierra no es solo una cuestión ambiental: es también una forma de transformar el modelo económico y social desde la raíz.
El Día Mundial contra la Desertificación 2025 es, precisamente, una fecha para reivindicar ese poder transformador de la restauración del suelo. Porque donde hay vida en la tierra, hay también posibilidades para construir un futuro más justo y resiliente.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- ¿Qué es el Día Mundial contra la Desertificación y por qué es clave en 2025?
- ¿Qué impacto tiene la desertificación en nuestras vidas?
- Medidas eficaces para combatir la desertificación
¿Qué es el Día Mundial contra la Desertificación y por qué es importante?
Hace ya más de tres décadas que la desertificación ocupa su lugar como uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad. Como respuesta, la Asamblea General de la ONU estableció en 1994 la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD), uno de los tres tratados mundiales conocidos como las Convenciones de Río, junto con los de clima y biodiversidad.
El 17 de junio se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. En 2025, el lema «Restaurar la tierra, desbloquear las oportunidades» nos recuerda que regenerar el suelo no solo mejora el medioambiente: también genera empleo, impulsa la economía rural y fortalece la resiliencia climática. Descubre cómo puedes ser parte del cambio.
Porque si una pequeña comunidad agrícola ha logrado revertir años de degradación del suelo y transformar un entorno hostil en un motor de vida y oportunidades, ¿qué no podríamos conseguir a mayor escala con voluntad, conocimiento y colaboración internacional?
Restaurar la tierra para generar empleo y fomentar el desarrollo rural
Restaurar la tierra no es solo una respuesta técnica a un problema ambiental. Es una oportunidad profunda para reequilibrar la relación entre las personas y el planeta, y para activar nuevas formas de desarrollo económico, social y ecológico.
Cuando un terreno degradado vuelve a ser fértil, también se regeneran medios de vida: la agricultura se vuelve más productiva, los ecosistemas recuperan su función y las comunidades pueden mantenerse en sus territorios. Surgen empleos sostenibles, se fortalece la soberanía alimentaria y se reduce la vulnerabilidad ante fenómenos extremos como la sequía o las migraciones forzadas.
Además, la restauración de suelos impulsa la innovación: desde tecnologías para el uso eficiente del agua hasta nuevos modelos de negocio basados en la economía regenerativa. Y abre la puerta a un nuevo liderazgo rural, donde jóvenes, mujeres y colectivos locales participan activamente en la transformación de sus paisajes y sus economías.
Estas oportunidades no son teóricas. Ya están ocurriendo. Proyectos de restauración como el que mencionamos en el sur de Europa o la reforestación de Kenia mediante IA ‘made in África’ del que os hablamos hace poco, demuestran que, allí donde se invierte en el cuidado de la tierra, brotan soluciones reales a desafíos globales.
Medidas eficaces para combatir la desertificación
A pesar de la magnitud del problema, existen múltiples medidas que pueden tomarse para reducir la desertificación:
- Reforestación y regeneración de especies arbóreas: plantar árboles ayuda a estabilizar el suelo y recuperar la cubierta vegetal.
- Mejora en la gestión del agua: incluye medidas como el ahorro, la reutilización de aguas depuradas, el almacenamiento de agua de lluvia, la desalinización y, en casos específicos, el riego con agua de mar para plantas halófilas.
- Mantenimiento del suelo: uso de vallas para frenar el avance de las dunas y barreras arbóreas para proteger frente a la erosión eólica.
- Enriquecimiento del suelo: fertilizar a través de la regeneración de la cubierta vegetal.
- Desarrollo de brotes de especies nativas: la poda selectiva, junto con el aprovechamiento de los restos vegetales como abono, contribuye a estimular el crecimiento de nuevas ramas y mejora la capacidad del suelo para retener agua.
En el Día Mundial contra la Desertificación, recordamos que restaurar la tierra es mucho más que una solución ambiental: es una inversión con retornos económicos reales. Según la UNCCD también apunta que la inversión en restauración de tierras puede generar importantes beneficios económicos, con hasta 30 dólares de beneficios por cada dólar invertido. Involucrar a los jóvenes en la transformación del sistema alimentario y la restauración de tierras puede ayudar a crear los 600 millones de empleos necesarios para 2030.
Con la implementación de estas estrategias y una mayor conciencia global, podemos avanzar hacia un futuro donde la desertificación ya no sea una amenaza latente, sino una oportunidad para regenerar paisajes, economías y comunidades.
Fuentes: