El turismo «de última oportunidad»: cuando una tendencia gana el pulso al planeta
El sentimiento de urgencia por experimentar la contemplación de algunos de los rincones más espectaculares del planeta en peligro de desaparecer provoca una especial atracción en el ser humano.
El cambio climático está provocando peligrosos efectos en diversas regiones de nuestro planeta. Las alteraciones en los patrones de temperatura están siendo especialmente dañinas en las regiones polares, y muchos de los majestuosos glaciares de dichas regiones ven cómo merma su volumen a un ritmo preocupante. Uno de estos glaciares es el Breidamerkurjokull, en el sudeste de Islandia. Y hasta sus inmediaciones llegan, cada año, cerca de medio millón de turistas.
El riesgo de que este impresionante glaciar, que cuenta con unas espectaculares cuevas de hielo, termine desapareciendo, ha incrementado el ansia por poder contemplarlo y pasearlo, y cada año más agencias de viaje se especializan en recorridos que lo permiten. Este fenómeno, que se conoce como turismo «de última oportunidad», se ha convertido en una corriente global. Visitar entornos naturales cuya permanencia el cambio climático está poniendo en riesgo.
¿Qué voy a leer en ese artículo?
- Osos polares en Churchill y otras postales que se desvanecen
- Destinos invernales: los más amenazados
- Otros destinos propios del turismo de última oportunidad
- Ecoturismo: viajar con impacto positivo
Osos polares en Churchill y otras postales que se desvanecen
Las inmediaciones de Churchill, una pequeña población ubicada en el oeste de la bahía de Hudson (Canadá), son uno de los últimos lugares en que aún pueden contemplarse osos polares en su hábitat natural. La urgencia por ver a estos animales antes de que desaparezcan ha incrementado el flujo de turismo en la zona. Al igual que en el caso de los glaciares islandeses, para que todas estas personas puedan satisfacer su curiosidad se organizan tours que recorren largas distancias, incrementando las emisiones de gases de efecto invernadero.
El turismo «de última oportunidad», lejos de aplacar los efectos del cambio climático, provoca aún más deterioro en los entornos en que se desarrolla. El sentimiento de urgencia por experimentar la contemplación de algunos de los rincones más espectaculares del planeta antes de que deje de ser posible, sin duda, provoca una especial atracción en el ser humano. Y no se trata de un sentimiento nuevo. Aplicado a cuestiones culturales, podríamos decir que este tipo de turismo surgió cuando miles de turistas llegaron hasta Alemania, entre 1989 y 1990, para contemplar el muro de Berlín antes de su definitiva «caída».
“El sentimiento de urgencia por experimentar la contemplación de algunos de los rincones más espectaculares del planeta antes de que deje de ser posible, sin duda, provoca una especial atracción en el ser humano.”
Un informe de la UNESCO ya advertía de que el 17% de los lugares con importante patrimonio cultural están en riesgo debido al cambio climático. En el caso de los parajes naturales, el porcentaje se eleva al 33%. La amenaza de desaparición en tan solo unas décadas que sufren estos espacios es el principal reclamo para esta peligrosa tendencia turística que parece haber llegado para quedarse. Sus consecuencias, lejos de paliar el daño, consiguen acrecentarlo.
Destinos invernales: los más amenazados
Refiriéndonos a los parajes naturales, aquellos con marcado carácter invernal son los que mayor riesgo corren de desaparecer y, por tanto, los que han visto cómo crece el número de turistas que, cada año, se acercan a sus inmediaciones. El Parque Nacional del Kilimanjaro (Tanzania) podría desaparecer en 2050. Los glaciares de los Dolomitas (Italia) en los próximos 25 años. Los glaciares de Yunnan (China) han perdido más del 57% de su masa desde el año 2000, los de la Patagonia (Argentina), cerca del 46%, y los de Te Wahipounamu (Nueva Zelanda) casi el 20%. Las regiones frías de todos los continentes sufren los efectos del cambio climático.
Otros destinos propios del turismo de última oportunidad
Pero no solo los parajes invernales están en riesgo. En la actualidad, 31 lugares de 29 países incluidos en la lista del Patrimonio Mundial enfrentan riesgos derivados del cambio climático. Riesgos provocados por sequías, riesgo de incendios, eventos meteorológicos extremos o subida del nivel del mar. En este último caso, ya existen alertas sobre la posible desaparición de joyas del Patrimonio Cultural de la Humanidad como la plaza de San Marcos en Venecia, la Ópera de Sidney, las estatuas de la isla de Pascua e incluso la Estatua de la Libertad de Nueva York. Por supuesto, el turismo «de última oportunidad» no deja de lado la oportunidad de acudir masivamente a visitar estos lugares.
Ecoturismo: viajar con impacto positivo
Afortunadamente, mientras se acentúa esta tendencia las personas que optan por el ecoturismo son cada día más. Esta forma de viajar se sitúa en las antípodas de la que atrae a todas aquellas personas cuya inquietud les lleva a visitar parajes naturales en riesgo de desaparición. Podríamos catalogar el ecoturismo como una evolución, aún más responsable con la naturaleza y la biodiversidad, del turismo sostenible.
El turismo sostenible nació hace ya décadas de la concienciación acerca de los problemas medioambientales. Desde entonces, ha ido creciendo en su compromiso con los tres pilares básicos de la sostenibilidad: la economía, el medioambiente y la sociedad. Una manera de viajar económicamente responsable que respeta no solo el entorno natural sino también a las comunidades que viven en sus inmediaciones.
“Podríamos catalogar el ecoturismo como una evolución, aún más responsable con la naturaleza y la biodiversidad, del turismo sostenible.”
Más allá de esa imprescindible sostenibilidad en los viajes que realizamos fuera de nuestros hogares, el ecoturismo se ha convertido en una tendencia que potencia sus beneficios. La Primera Cumbre Mundial sobre Ecoturismo, celebrada en Quebec (Canadá) en 2002, estableció las condiciones que debe cumplir esta respetuosa manera de viajar. Entre ellas se encuentran las de la inclusión de las comunidades locales desde el punto de vista de su permanencia y bienestar, la contribución a la conservación del Patrimonio Natural y Cultural, el uso de energías renovables en todas sus actividades y el que sea realizado por viajeros independientes o grupos muy pequeños.
El ecoturismo se convierte, de este modo, en la alternativa perfecta al turismo «de última oportunidad», ya que, más allá de permitir el disfrute de los entornos naturales y culturales, ayuda a su conservación y desarrollo. Las prácticas responsables que propugna reducen al mínimo el impacto negativo sobre nuestros ecosistemas y contribuyen al desarrollo de las comunidades que lo acogen.
Es imprescindible que las visitas a regiones turísticas no incrementen las emisiones de gases de efecto invernadero, que utilicen fuentes de energía renovables y promuevan prácticas orientadas al desarrollo sostenible. Fomentar lo contrario solo servirá para que en un futuro no tan lejano todo el turismo sea «de última oportunidad».